Adolfo Muñoz comenzó su andadura en la hostelería a la edad de 17 años, cuando comenzó a trabajar como pinche de cocina en el restaurante El Quijote. Desde entonces han pasado cuarenta años, y en la actualidad, Adolfo es un restaurador con renombre internacional, dueño de restaurantes en Toledo, en Japón, Bodegas de Vino; además de haber recibido numerosos premios, entre los que destaca, el de Mejor Empresario del Año, otorgado por la Federación Empresarial Toledana.
El Grupo Adolfo pretende enamorar a sus clientes con la genialidad de sus platos. Entre sus especialidades se pueden degustar el arroz de caza o la merluza al azafrán, teniendo también mucha importancia la perdiz salvaje. Con unos precios poco asequibles, se pueden saborear estas delicias por un precio aproximado de 35 euros por persona. Su emplazamiento en un enclave turístico, en una ciudad autónoma como Toledo, hace que sea elegido para comidas de empresas y que pasen por él grandes personalidades que lo dotan de transcendencia.
“Sus altos precios se deben a la decoración del lugar, a la sobriedad de sus salones que cuentan con una pequeña librería con libros inéditos y policromías del siglo XV. El trato es de diez y, aunque la comida no es muy opulenta, merece la pena disfrutar de este lugar. Sin olvidar su bodega, situada en una casa judía que cuenta con 2.000 referencias internacionales”, afirma uno de sus clientes habituales, Marcos Cortés.
En las últimas décadas este sector está convirtiéndose en el museo de muchos elitistas. No sólo Adolfo Muñoz ha cambiado su vida apostando fuerte con la hostelería. Gastronomía, arte y elegancia pueden ser los ingredientes que han hecho que otros, como Ferran Adriá, también consigan crear un imperio empresarial que surge de un restaurante, en este caso El Bulli, situado en Cala Montjoi (Gerona).
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