Mi pequeño rincón

"Nuestro trabajo consiste en investigar y describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo, profundo, dinámico y revolucionario. Día tras día, tenemos que estar pendientes de todo esto y en condiciones de prever el futuro. Por eso es necesario estudiar y aprender constantemente." Kapuscinsky.

viernes, 15 de enero de 2010

CARTA DE LA HIJA DEL PRESIDENTE

CARTA DE LA HIJA DEL PRESIDENTE.

INTRODUCCIÓN.


Antes de comenzar quiero aclarar que este relato es de ficción. No voy a decir que cualquier
semejanza con la realidad es pura coincidencia porque no es verdad. Algunos de los nombres de
nuestros personajes son tomados de la realidad para dar más dinamismo, credibilidad y humor a la historia, pero nada más. Los acontecimientos son tomados de mi imaginación basándome en un suceso real que todos conocemos como ha sido la polémica causada por la publicación de las
fotografías de Alba y Laura Rodríguez Espinosa.


La historia pretende reflejar la vida de la hija del presidente antes, durante y después de la
publicación de las fotografías de forma breve y concisa. Es un relato en primera persona contado
por Laura en el que nos muestra sus sentimientos en una carta escrita para su amigo fantasma. Os encontráis ante una historia cargada de humor y fantasía que os enganchará desde las primeras líneas.



Querido Diarito, sigo sin comprender por qué no puedo ser como el resto de mis amigas.
Ellas tienen una vida normal, pueden vestir como quieran... ¡pero yo no! Muchas de ellas me dicen que cambiarían su vida por la mía, pero no saben de lo que hablan. Esto no es una vida, esto... esto es un infierno. Como hace tiempo que no te escribo te preguntarás que porque estoy así de pesimista hoy. Bueno, pues voy ha hacerte un pequeño resumen. ¿Te acuerdas del día en el que te comenté que mi padre me iba a llevar al psicólogo? Pues todo comenzó en esa primera visita.

Martínez era un señor muy viejo. Podría decir que estaba a punto de jubilarse, y sin
embargo, aún ejercía su profesión. Esperaba en la sala de espera junto a mi madre. Como siempre ella seguía las órdenes de mi padre. Todos siguen sus órdenes, nunca mejor dicho. Quizás sea por eso por lo que piensa que mi hermana y yo estamos mal de la cabeza. Somos las únicas de todo un país que no hacemos caso de lo que dice mi padre. Mi madre no estaba muy convencida de esta decisión. Ella cree que podemos ser como y lo que queramos al margen de lo que mi padre es y representa. Aún así, no hizo nada para librarnos de esa vergonzosa situación. Así que allí estaba yo, junto a mi madre, esperando mi turno en esa odiada consulta.

-¿Laura Rodríguez Espinosa?
-Sí, soy yo- dije abrumada.
-Pase. El doctor la espera.

No sé si fue mi imaginación pero tuve la sensación de que la gente de la sala comenzaba a
murmurar. ¿Sería de mi? Pero, ¿por qué si no me conocían de nada? Tampoco lo sabré nunca
porque mi madre, como suele hacer siempre, nunca está cuando la necesito. Se había ido al baño a retocarse, como si le hiciese falta más maquillaje. Debía de enfrentarme sola a ese doctor. Pero yo soy fuerte, además sé que loca no estoy... por lo tanto... mucho no me va ha hacer.

-Así que usted es la hijita de nuestro querido presidente, ¿verdad?- dijo observándome de los
pies a la cabeza.
-Sí, soy yo. Pero, eso ahora no importa, ¿no?
-No, por supuesto que no. Yo te voy a tratar como a cualquier otro paciente. Sólo quería que
le dieses recuerdos a tu padre. Y le dices que yo lo votaré siempre, esos del PP sólo saben criticarlo. Pero él no se deja intimidar...
-¿Perdone?- le interrumpí- Yo no he venido aquí a hablar de mi padre. ¡En realidad no sé
porqué estoy aquí! ¡O hace su trabajo o me marcho! Lo que quiera que le diga a mi padre se lo dice usted, ¿entendido?
-¡Vaya! La niña tiene carácter. Ahora entiendo cuál es el problema que me comentaron los
de la Moncloa. Además sólo hay que mirar como vas vestida para darse cuenta. Pero aún así quiero que me hables un poco de tu relación con tus padres, tus amigos, ¿de acuerdo?

Hago un pequeño paréntesis en mi relato para decir que este tío es un “capullo”. Siento
mucho la expresión Diarito pero no me puedes negar que este hombre está más loco que sus
pacientes. Pero no te lo pierdas que ahora viene lo bueno (jajaja).

-Sí eso es lo que quiere... ¡está bien! Se lo contaré todo, todo y y después le va con los
cuentos a mi papi. En mi casa no hago nada en todo el día. ¿Clases de protocolo? Nunca voy son
aburridas. ¿Clases de inglés? Tampoco, ya doy inglés en el instituto “paso” de estudiarlo otra vez. Mi padre se enfada pero claro, como casi nunca está con nosotras, pues yo hago lo que me da la
gana. Luego se arrepiente y piensa que con un psicólogo de pacotilla yo puedo cambiar eso. Pero mi padre no sabe nada de mi vida. Si lo supiese se llevaría un buen susto. Que decir que mi madre sabe mucho menos. Ella esta en otro mundo. No se entera de nada. En casa lo único rarito que hago es eso. Pero en el colegio la cosa cambia. Allí tengo un grupo de amigos que tampoco aceptan a sus padres. Son como yo. Además mi hermana es una de mis mejores amigas. Por lo tanto ambas hacemos las mismas cosas.

– Parece que esto empieza a ponerse interesante. ¿Qué tipo de cosas haces con tus amigos y
con tu hermana?
– ¿ De verdad quiere que se lo cuente? Como ve yo soy gótica. No sólo visto así sino que
también hago cosas que el resto de la gente califica de “raritas”. Mientras estoy en el colegio
no intento llamar mucho la atención aunque es donde planeo aventuras con mis amigos.
Cuando salimos nos vamos a casa de María y allí hablamos de lo desgraciadas que son
nuestras vidas. Además jugamos a la Ouija y después hacemos lo que nuestro amigo Diarito
nos dice.
– ¿Quién es ese Diarito?- preguntó extrañado.

Diarito siento mucho que no te conozca, de verdad, no te sientas mal.

– Pues Diarito es nuestro amigo. El que nos habla por esa red social antigua llamada Ouija. Sí
porque ahora se habla mucho de la novedad de las redes sociales con Tuenti y todo eso, pero
antes también existían mecanismos parecidos.
– ¿Me estás tomando el pelo?
– No. ¿Por qué tendría que hacerlo? ¿Una red social no sirve para comunicarte con tus amigos
vivos? Pues la Ouija hace lo mismo solo que tus amigos están muertos y muy muertos
porque Diarito tiene 500 años así que hágase una idea.
– ¡Esto no lo puedo permitir! ¡A mi ninguna mocosa me toma el pelo! ¡Márchate!

Al final no estaba tan loco como pensaba. ¿ Ves Diarito? Me ha dado la razón. Soy una
persona normal y corriente. Por la noche cuando cenaba con mis padres se lo conté todo a mi hermana. Mi padre que nos escuchaba con atención se tomó el asunto con mucho humor. Creo que con el tiempo comenzarás a caerle bien. En la cena estuvimos hablando del siguiente viaje de mi padre. Sería al país de los yanquis para visitar a Obama. Me puse contentísima. Como ya sabes a mi Obama me gusta bastante. Desde un principio yo sabía que iba a ser presidente y tenemos cosas en común... por ejemplo... ¡los dos somos raros! ¡Claro eso es! ¡ Los dos nos hemos saltado las reglas! ¿Dónde se ha visto un presiente negro fuera de África? Pues en Estados Unidos. ¿Y dónde se ha visto una hija de un presidente gótica? ¡En España!

Esa noche fue la única en muchos años en la que no discutí con mis padres. Mi papá estaba
muy contento con nuestro comportamiento. Sé que en eso influyó el informe del psicólogo en el que decía: “Su hija, señor presidente, sufre las alteraciones en el comportamiento normales para su edad. Nada que no se cure con el paso de los años”. Utilicé mis dotes de hija buena para convencer a mi padre de que nos llevara a ese viaje. En un principio se negó, por supuesto. Decía que era una cosa de Estado, me contó algo de un G-20, el caso, que era un viaje importante. Pero al final acordamos que si asistía a las clases de protocolo y a las de inglés durante la semana anterior al viaje y lo seguía haciendo después podría ir. Sin embargo añadió :”¡Pero ni se te ocurra ir así vestida! Ya sabes lo que opino de tus ropas, si se pueden llamar así. No quiero que Obama piense que mis hijas beben sangre o algo peor. Porque si vas tú, va tu hermana también”.
Diarito no te asustes, yo te voy a seguir visitando todas las tardes. Asta ahora no lo he hecho
porque he llegado del viaje hace unos días y no puedo ir al colegio. Pero, ¡no adelantemos
acontecimientos! ¡Eso viene después! Claro está que esa semana sí que fui a las clases, pero... yo no dejaba de pensar en ti. Respecto a que viniese mi hermana yo no tenía ningún inconveniente. El problema llega con lo de mi forma de vestir. ¿Quién puede pensar que bebo sangre? No sabía que hubiese gente tan extraña por ahí pero, yo soy normal. Hasta el mejor psicólogo de España lo ha dicho.

El día antes del viaje mi casa era un caos. Como nos íbamos todos mi casa estaba “patas
arriba”. Maletas por un lado, maletas por otro y más maletas. Mi madre pensaba llevarse el palacio entero. ¿Para que necesitará tantas cosas? Yo con mi túnica y mis botas estoy preparada para ir al cine, para dar un paseo e incluso ¡para visitar al presidente de los Estados Unidos de América! El resto de mujeres son muy extrañas. Tienen un conjunto para cada ocasión. Cambian de forma de vestir dependiendo de la persona con la que salgan. Pero, ¿no somos todos iguales? Entonces no entiendo ese cambio de vestuario.

Justo cuando me iba a sentar a ver en la televisión Naruto, mi serie preferida, la niñera me
trajo mi... ¿¡maleta!?

-¡Si yo no necesito llevar nada!
– Vuestra madre me ha encargado hacerla. No te preocupes que pesará poco. Sólo va tu
vestido de fiesta y el de la recepción.
– ¿Vestidos? Mi madre lo flipa si cree que yo me voy a poner eso.
– No son órdenes de tu madre, Laurita, sino de tu padre.
– Ya estamos con las ódenes de mi padre, órdenes por aquí, órdenes por allí, pero de la crisis
no saca al país ¿eh? ¿ Qué se cree que yo no leo los periódicos? ¡Lo odio, lo odio! Vamos a
dejarlo que disfrute un poco más...
– Laura, no vayas ha hacer nada de lo que luego te arrepientas. Comportate. El señor Zapatero
tiene muchos problemas. No le des tú más.
– ¿Algún problema Matilde?- dijo mi padre.
– No, ninguno. Laura dice que le encantan los vestidos.
– ¿En serio? Estoy impresionado con tu cambio de actitud. Me gusta que sea así. Al final el
doctor Martínez va a tener razón.

Mi querido padre es muy ingenuo. En el viaje no nos dejaron sentarnos juntos. Él iba en la
parte delantera del avión privado con un otras personas. Mi madre después nos contó que eran del gobierno también... y … jefes de prensa o algo así. En lo que duraba el trayecto le irían explicando como comportarse con Obama, así como lo que le tiene que decir y practiando un poco su inglés. ¡Vaya vida! No comprendo ni comprenderé nunca como pudo elegir esta profesión. Yo estoy deseando de tener la mayoría de edad para alejarme de todo esto y, sin embargo, mi padre siempre tiene que estar de aquí para allá, estudiando, haciendo informes... ¡Qué royo! Nosotras, en cambio, íbamos sentadas en la parte trasera. Mi madre no paraba en el asiento. Estaba muy nerviosa. Se paseaba de un lado a otro de nuestro espacio del avión. Otras veces fruncía el entrecejo, nos miraba a mi hermana y a mí y nos decía: “En cuanto lleguemos al hotel os cambiáis de ropa, ¿entendido? Como hagáis quedar mal a tu padre vais a estar castigadas toda vuestra vida”. Esta chiflada. En cuanto tenga la mayoría de edad podré hacer lo que quiera y desde luego me tendrá que quitar todos los castigos.

Sobre las 2 de la tarde llegamos al hotel, era muy lujoso y grande. Mis padres se alojaban en
la suite 503 y mi hermana y yo en la 504. Cuando entré en la habitación me quedé alucinada, era la habitación más bonita y moderna que había visto en toda mi vida. ¡Hasta teníamos un jacuzzi!
Entonces mi hermana me dijo que teníamos que vestirnos, que era tarde. Cogí el vestido más
horrible del mundo y me lo puse. Era azul, elegante, pero no de mi estilo. Se ataba detrás del cuello y tenía la espalda al descubierto. Lo mejor de todo eran los zapatos de tiras blancas con un tacón altísimo. Yo no estaba acostumbrada a ponerme eso. Estaba feísima.

Mientras me miraba horrorizada al espejo llegó una señora. Dijo algo de que era nuestra
peluquera personal o no se qué. No la entendí muy bien porque yo estaba sumida en mis
pensamientos y mi hermana fue la que habló con ella. Después escuché ruidos de secador de pelo y mi hermana que gritaba algo como... “¡Yo soy la primera!” Como si a mi me importase. Ni que me fuese a morir por tardar un poco más en terminar de desgraciar mi aspecto. No podía aguantarlo más. Llevaba sólo 2 minutos con esos zapatos y ya me dolían los pies como si me estuviesen clavando cuchillos.

Necesitaba desahogarme. ¡Necesitaba gritar, chillar! Mis padres no podían hacerme esto. No podían obligarme ha hacer algo que yo no quería. Me fui directa al jacuzzi. Lo encendería un rato
para introducir los pies y que me aliviase un poco el dolor. Me descalcé y bajé el primer escalón. No sé como pasó pero me caí y el vestido se mojó. ¡ Qué haría ahora! Ya no daba tiempo a que se secara. Sólo teníamos dos vestidos y el otro lo habían llevado a una tintorería.

– Laura te toca la pelu- dijo mi hermana.
– Dile que no se preocupe. Que se puede marchar. Como tardabais tanto... me he arreglado el
pelo yo sola. No quiero hacer esperar a papá.- le contesté esperando que me creyese.
– Vale. Se lo diré. No es mi problema que tu quieras ir más fea que yo. De todas formas ya
vamos mal. Ahora le digo que se vaya.

Menos mal que mi hermana y yo nos llevábamos bien. Como fuese como las hermanas de
mis amigas la historia sería muy diferente. Lloré y lloré buscando una solución pero lo único que se me ocurrió fue ir con mi ropa. Esa ropa que mi padre me había prohibido ponerme. En un principio pensé en vestirme con ella de todas formas pero a lo largo del viaje había cambiado de opinión. Sin embargo ahora iba a tener que hacerlo porque no tenía más remedio y sabía que mis padres se disgustarían mucho.

Mi querida hermana entró en el baño y me vio vestida con nuestra túnica. Se quedó sin
palabras. No creía que pudiese hacer eso. Suerte que le expliqué lo ocurrido y me comprendió.
Además, como mi hermana es tan buena, pensó que si íbamos las dos vestidas de la misma forma no nos castigarían tanto, o el castigo lo llevaríamos mejor estando las dos juntas. La adoro. Yo no
creo que fuese hecho eso por ella. Pero Alba es la mejor persona que conozco y la quiero como a
nadie en este mundo. Siempre está ahí para apoyarme.

Llegó la hora de nuestro encuentro con Obama. Mi padre ya se había encontrado con él pero ahora le tocaba el turno a la familia. Estábamos muy nerviosas. ¿Cómo reaccionarían al vernos? Yo creía que bien pero el problema era la prensa. Sabía que allí se encontrarían muchos periodistas y aunque no pueden sacar nuestra cara en las revistas sí que hablarían de nuestra peculiar forma de vestir. Mientras pensaba en eso sonó el teléfono. Era una mujer y nos dijo que mis padres ya estaban con la familia Obama en la Casa Blanca. Nosotras nos iríamos con un chófer y allí nos encontraríamos con ellos. Sólo nos permitirían estar con los Obama en el momento de la fotografía.

Bajamos al aparcamiento del hotel y nos montamos en una limusina enorme. Tuvimos suerte de que nadie nos vio. ¿Cómo supimos que esa era nuestra limusina? Pues porque los del hotel son tan imbéciles que para evitar ataques contra nosotras y mantenerlo todo en secreto la limusina tenía un cartel en la parte delantera en el que decía: “ Family´s José Luis Rodríguez Zapatero, Spain”. ¡Seguro que así nadie sabía quién iba en el coche! ¡ Si algún terrorista hubiese querido ponernos una bomba habría tenido que idear un plan muy complicado para averiguar cuál era nuestro vehículo!

Al poco rato de estar esperando en el coche llegó el chófer. Nos preguntó si éramos nosotras
y sin mirarnos para asegurarse inició su marcha. Por cada metro que avanzábamos hacia nuestro fin me encontraba más nerviosa. Digo hacia nuestro fin porque ese momento fue el final de mi vida en secreto. Parecíamos Hanna Montana momentos antes de descubrirse que en realidad es Maily. Dentro de poco el mundo entero sabría que las hijas del Presidente del Gobierno de España son góticas. Lo único que se me pasaba por la cabeza era la pregunta de cómo reaccionaría la prensa española y cómo cambiaría mi vida desde ese día.

Cuando llegamos a la Casa Blanca una mujer nos recibió. Por poco y no se muere de un
infarto cuando nos miró pero de todas formas ya no había tiempo para arreglarlo. Nos condujo por una infinidad de pasillos hasta que nos paró en una puerta. Unas señoras se acercaron para darnos los últimos retoques pero esta mujer las paró y les dijo que ya no había solución. ¡Ni que yo fuese un muerto viviente! El momento llegaba... se abrió la puerta...y... ¡Sorpresa! ¡No había ningún periodista! Sólo estaban mis padres y la familia Obama. Mi padre se quedó paralizado y Obama con una mueca de humor en la cara dijo que íbamos muy modernas. Entonces papá le dijo que era la moda en España. Pobrecillo no sabía como salir del paso. Sé que para él ese fue uno de los momentos en los que piensas ¡tierra trágame!

Hablamos unos momentos de forma muy civilizada pero comenzamos a escuchar muchos
ruidos tras la puerta. Michelle dijo: “¡Oh dios mio! ¡Los periodistas!” Pero mi madre intentó
tranquilizarnos diciendo que no se pueden publicar imágenes nuestras porque somos menores de edad. Entraron cientos de periodistas en la sala y comenzaron a hacer miles y miles de fotografías. Nosotras posamos tan tranquilas pensando en lo que dijo mi madre. ¡Qué ingenuas fuimos! Al final unos señores de seguridad terminaron por sacarnos de la sala.

Nos llevaron a una habitación con muchos ordenadores y nos dijeron que podíamos hacer lo
que quisiésemos hasta el momento en qué viniesen nuestros padres. Lo que hicimos fue entrarnos en el Tuenti. Las dos teníamos una petición de amistad y por la fotografía era una chico de nuestro colegio así que lo aceptamos sin problemas. Mientras veíamos el perfil de una amiga llegaron nuestros padres acompañados de unos señores muy extraños. Todos hablaban y hablaban con el móvil sin parar y mis padres estaban muy nerviosos. Yo no entendía nada.
Obama entró en la sala y encendió una pantalla gigante. Entraron en no se qué página de
Internet española y... ¡allí estaba nuestra foto! ¡No podía ser! Mi padre se puso furioso. Por un
momento creí que nos iba a golpear. Obama lo agarró del brazo y le dijo que la culpa no era nuestra, sino de los periodistas. José Luis Rodríguez Zapatero, mi padre, mi querido padre nos iba a ayudar. Llamó y llamó por teléfono y justo tres minutos después dichas fotografías estaban borradas de la web. Por primera vez en mi vida me sentía orgullosa de mi padre, me sentía orgullosa de ser la hija del Presidente del Gobierno Español.

Mi hermana y yo nos miramos aliviadas y continuamos con nuestro Tuenti. Entonces
descubrimos que habíamos sido etiquetadas en una foto y... ¡horror! ¡Otra vez esa fotografía!Todos nuestros amigos de Tuenti tenían etiquetada esa foto y además otras personales. Mi padre no se podía creer que eso estuviese pasando. No podía creer como Internet puede hacer tanto daño y no respeta la intimidad de las personas. Todos los que se encontraban en esa sala se pusieron a investigar y descubrieron que quien nos había enviado una petición de amistad haciéndose pasar por un amigo nuestro no era más que un periodista. Éste había aprovechado la ocasión para descargarse todas nuestras fotos y además publicar la que nos acababa de hacer.
Inmediatamente se pusieron en contacto con el creador de esta plataforma que fue obligado
a eliminar todas las páginas, perfiles y fotografías en las que saliésemos mi hermana y yo. Sin
embargo sabemos que eso llevará algún tiempo. Sin más demora cogimos el avión y nos regresamos a España. Desde luego recibimos un castigo. Además de las horas de clase de protocolo e inglés no volveríamos a salir durante un año y no volveríamos a pertenecer a ninguna red social en la vida. Eso no hacia falta que me lo dijeran porque había llegado a esa conclusión yo solita.

El primer día de colegio después de eso fue espantoso. Toda la gente comentaba lo mismo y
se reían de nosotras. Como allí íbamos con el uniforme muy pocos eran los que sabían como
vestíamos en realidad. Estaba muy depresiva. No podía soportar como el resto de la gente nos
trataba de forma diferente. Hasta los profesores se comportaban de forma distinta con nosotras. Así que, bueno, he vuelto a la consulta del señor Martínez, pero esta vez para que nos ayude a soportar las críticas de los demás. Además hemos pedido unas vacaciones en el colegio para que podamos adaptarnos poco a poco a esta situación aunque vienen a darnos las clases a casa.
Una de sus terapias es que le contemos a alguien lo que sentimos y por eso te escribo en mi
diario. Lo hago aquí, además de por la semejanza con tu nombre, porque aún no he descubierto la forma de escribirte al mundo de los muertos y como yo sé que cuando mis amigos te llaman tú
vienes a vernos... pues espero que leas esta nota. Por último quiero que sepas que he aprendido una lección, NO SE PUEDE CONFIAR EN LOS PERIODISTAS.

Atentamente tu amiga que nunca te olvida.




LAURA LA CULPA DE TUS DESGRACIAS LA TIENE ESTE
MUNDO CRUEL EN EL QUE VIVES... PERO YO TE SALVARÉ...
PRONTO ESTARÁS CONMIGO...
DIARITO.


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